Envase dispensador · Boomer
Envase dispensador Km Roll de Boomer.
Cuando nos preguntan que es la creatividad aplicada al diseño, siempre solemos poner como ejemplo este caso práctico de diseño industrial llevado a cabo por el estudio a principios de siglo.
Originalmente, el chicle kilométrico roll de Boomer se envasaba en una cajita cilíndrica compuesta por dos partes separadas que cerraban por presión la una con la otra. Era muy habitual que durante la manipulación, la tapa cayera al suelo ensuciándose. La función del envase vs el producto (y el formato particular del chicle) tampoco quedaba, ni bien comunicada ni bien resuelta estructuralmente y había que extraer todo el chicle de la caja y partirlo manualmente en la porción deseada, siendo después difícil volver a enrollarlo y almacenarlo. Era dificultoso y poco higiénico.
En realidad, el contenedor y el contenido poco tenían que ver más allá de la forma circular. Algo que era muy lógico advertirlo porque no había habido un proceso exhaustivo de diseño como tal.
Ante la poca eficiencia del envase y su nulo atractivo de entonces, nos propusieron un rediseño integral. El briefing del encargo era tan sencillo como claro y endiablado; diseñar un producto que mejorara todos los aspectos críticos de su precedente, que invitara a una dispensación intuitiva y que mantuviera el chicle conservado durante toda la vida del producto, sin olvidar lograr un funcionamiento perfecto. Un diseño que además optimizara las inversiones y que establecía que el coste del envase –total- no superara los 0,018 Euros (3 pesetas de entonces) etiquetas incluidas.
Creatividad aplicada al diseño es esto. Disponer aparentemente de un estrechísimo margen de maniobra, tener un sinfín de restricciones técnicas, físicas, económicas, de uso, (…) Y ser capaces de sorprender. Lograr una solución totalmente coherente, ajustada a briefing a la par que inesperada y única.
No se trata de diseñar aquello que, nosotros como diseñadores queremos sino que nuestro trabajo se fundamenta en diseñar lo que requiere cada cliente, lo que precisa cada producto y lo que espera idealmente cada usuario.
El resultado final del Km Roll, es un envase fabricado en plástico inyectado. Está formado por dos piezas que aprovechan el proceso de fabricación (las caras con ángulo) para lograr mejorar la funcionalidad. Ambas piezas de unen mediante presión sobre un eje central que evidencia y clarifica su manipulación (mediante giro), quedando el sistema cerrado por unas pestañas que presenta la boca, que además tiene habilitada una zona de corte. Una solución que evoca en cierta manera los dispensadores de celo, facilitando el aprendizaje del usuario y que también incide en la higiene pues solo se acaba tocando la parte del chicle que se utilizará.
Una solución seguramente obvia, claro que, ahora que ya la has visto.